La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha aclarado una creencia muy extendida: los yogures no caducan. Según explica la organización, la fecha de caducidad en un producto indica que, una vez superada, su consumo puede no ser seguro.
Sin embargo, en el caso de los yogures, su propia acidez y conservación en frío hacen que sigan siendo seguros para el consumo incluso después de esa fecha.
Aunque con el tiempo pueden perder ciertas propiedades, su ingesta no supone un riesgo para la salud. Durante años, la normativa establecía que los yogures debían llevar una fecha de caducidad de 28 días tras su fabricación.
Esto llevó a que muchas personas los desecharan innecesariamente, creyendo que podían ser perjudiciales. En 2014, esta normativa cambió, eliminando la fecha de caducidad y sustituyéndola por una fecha de consumo preferente, que suele ser de aproximadamente 35 días.

Fecha de caducidad de un yogur
Esto significa que, una vez sobrepasada, el yogur puede perder cualidades organolépticas, como sabor o textura, pero sigue siendo seguro para su consumo si se ha almacenado correctamente en el refrigerador.
Según la OCU, una señal común en yogures que han superado su fecha de consumo preferente es la presencia de suero en la superficie, lo cual no indica que el producto esté en mal estado. Este suero es simplemente agua de la leche y no supone ningún riesgo.

Yogur
No obstante, con el tiempo, el yogur puede sufrir un proceso de proteólisis, lo que le da un regusto amargo, pero sigue siendo apto para el consumo. En cambio, si al abrir el envase se observan mohos en la superficie, el yogur debe desecharse inmediatamente.
Señales que indican que un yogur puede estar en mal estado
No deben consumirse si el envase está perforado, abierto o con signos de deterioro, ya que podría haber sufrido contaminación. Además, si al abrirlo tiene una textura extraña o un exceso de líquido, o si su olor y sabor son notablemente ácidos o desagradables, lo mejor es desecharlo.